Covid-19 nos está obligando a actuar y a ceder en pro del bienestar común, más de lo que cualquier cumbre o acuerdo de las Naciones Unidas hubiera logrado.

Indiscutiblemente la realidad nos sacude los hombros, en un intento desesperado de  despertarnos y mostrarnos que, como sociedad debemos repensarnos los lazos de solidaridad, el cuidado que damos a nuestra familia, a la salud y a la vida misma.

Durante demasiado tiempo, hemos participado de un mundo acelerado donde, a diferencia de Flash, aquel superhéroe de historietas que aprendió a correr para salvar su mundo, nosotros tuvimos que aprender a detenernos para ser héroes y salvar el nuestro.

Además señoras y señores, este nuevo virus llegó para quedarse, y deberemos aprender a manejarlo.

Así como la humanidad lo a hecho, con tantos otros microorganimos que han causado epidemias y pandemias, valga poner como ejemplo el virus del VIH causante del sida,  la bacteria Yersinia pestis causante de la peste negra, el virus del ébola y la lista continúa.

Recordemos que estos microbios causaron muertes y profundos cambios en nuestra sociedad, incluso muchos de esos cambios aun nos acompañan y hemos tenido que aprender a lidiar con las transformaciones que ha dejado su paso, tanto la buenas como las malas.

Este pequeño Coronavirus, nos demanda un gran cambio,  que giremos el foco a la salud, al médico, al enfermero, al habitante de calle, al servicio, a la educación, al maestro, al psicólogo, a la alimentación, al campesino, al espíritu, todos requisitos para la prevención básica y sobre todo a la preservación de una vida saludable y feliz.